Llega el 9 de octubre y ya estamos todos jiji jaja, que si puente, que si mazapanes, desfiles, mascletás y excusas para ponernos los zapatos nuevos. Pero oye, a mí como extremeña esto de las conquistas y las masacres, la verdad es que me da bastante recelo y me suscita unas pocas preguntas. Para empezar, ¿sabes realmente quién fue Jaume I? ¿Quiénes eran sus papás? ¿Cuál era su plato favorito? ¿Era más de perros o de gatos? Me he puesto a investigar un poco y esto es de lo que me he enterado.
Para empezar, la vida de Jaimito ya comienza, en 1208, subidita de drama: parece que su padre, Pedro II, no quería mucho a su madre, María de Montpellier y a la sazón heredera del linaje bizantino. Sólo concibieron con trucos y tretas, haciendo un poco de reojeo como con las yeguas y dándole el cambiazo de hembra en mitad de la faena (eso sí, parece que hubo consent por todas las partes menos por la del semental). ¿Resultado? A Jaime, el rey no lo quiso ver ni en pintura hasta los dos años, cuando lo prometió en matrimonio y lo envió recluido a un castillo francés del que no debía salir hasta los 18.
Pero como la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, su padre murió sólo tres años después, lo que supuso su liberación (literal) y el inicio del típico periplo de casi cualquier rey del medievo: mudanzas, matrimonios infantiles, alianzas geopolíticas, herencias de títulos, propiedades y señoríos, rifirrafes con los nobles de Aragón… En fin, an ordinary life. La chicha llega cuando por fin estabiliza la Corona de Aragón y empieza su cruzada contra los musulmanes, que no sabemos lo que le habrían hecho pero les tenía mucha tirria.
Bueno, a lo mejor no era nada personal y a Jaime le daba igual la ideología y la religión. Quizá sólo quería su riqueza, poder y territorios, vaya usted a saber. El caso es que les obligó a ser sus vasallos en Menorca y les arrebató Mallorca, donde por cierto, por matar a tanta gente y apilar sus cadáveres sin las medidas sanitarias mínimas, provocó una epidemia que diezmó su propio ejército. Aún te pasa poco, Jaume I.
Pero vamos ya a lo que después se convertiría en Reino de Valencia, que es lo que nos interesa ahora. Lo de aquí. Desde Teruel decidieron pasar al ataque con un súper ejército aragonés que empezó su “conquista“ desde Morella en 1232. Luego fueron bajando por Burriana, Peñíscola y Castellón. Seis años después llegan a Valencia y la obligan a capitular. Jaume I entró en la ciudad, cuando ya estaba todo el pescado vendido, el 9 de octubre, de ahí la fiesta. En etapas posteriores extendieron su marcha arrasadora hacia el sur, tomando Alicante. Murcia ya se lo dejaron a Castilla.
A título personal, tuvo 10 hijos de sus dos esposas y tras quedarse viudo se embarcó en una carrera de amoríos tan desenfrenada que ríete de Julio Iglesias. Quien sabe si tú, que lees estas líneas, no tendrás en tus venas alguna gotilla de sangre conqueridora. Jaume I era un buen amante pero un mal compañero, eso sí, porque se dice se oye se rumorea que a una de sus mujeres la abandonó cuando cogió la lepra y luego le cortó la lengua a su confesor por chivarse al Papa.
Suele pensarse que Jaime I es un gran rey, el padre fundador de los reinos, el creador de sus señas de identidad hasta nuestros días: territorio, lengua, fueros, moneda, instituciones, etc. Pero a menudo las cosas no son tan blancas ni tan negras. Jaume I vino de Francia como antes los habitantes de Balensiya habían llegado de África vía Córdoba, o antes los visigodos de Alemania, o los romanos de Italia. Me gusta pensar que en la ciudad todo el mundo cabe, venga de donde venga. Pero ojalá nunca más nadie se abra camino a la fuerza. Ni falta que les haga.