Que el "síndrome de fin de año" no te amargue las fiestas

Que el "síndrome de fin de año" no te amargue las fiestas

Oh, ya llegó diciembre. Mes de balances, de retrospectivas, de pasar más tiempo con los tuyos, de fiestas y vacaciones, de luces y villancicos… Y, para algunas, de pesadilla. Como seres humanos que somos, tendemos indefectiblemente a la exageración y el procrastine. Quizá por eso el último mes del año, cuando el tiempo ya nos acorrala contra las cuerdas de Nochevieja y nos pilla en bragas, con cuarenta proyectos por cerrar y la nevera llena de telarañas, sea el mes en que más personas se acercan a centros de salud física y mental. Ay, amigues, el estrés ataca de nuevo.

Los picos de cortisol en el cuerpo no sólo provocan que tengamos más nervios cuando cambiamos rutinas, planificamos vacaciones, hacemos listas de regalos de última hora o pensamos en aguantar al primo de Andorra un añito más. No queda ahí la cosa, no. Tensión en los hombros, dolores de cabeza, erupciones cutáneas, insomnio, despistes… ¿te resulta familiar? Por no hablar de los ladridos que les sueltas a los tuyos a la mínima. Diciembre: el mes de la paz y la ansiedad.

Pero tranqui, que si tu cerebro ya se ha puesto en pie de guerra es porque no sabe diferenciar, el muy lelito, entre realidad e imaginación, y se pone nervioso sólo de anticipar problemas. Así que practiquemos un poquillo de PNL, lee esto en voz alta: todo va a salir bien. El truco consiste en centrarnos en el presente y en tatuarnos a fuego una frase mágica: “Nada es pa tanto“. ¿Que se quema el cordero? Pedimos pizzas. No es pa tanto. ¿Que mi prima es una homófoba? Sólo tengo que aguantarla hoy y no puede hacerme daño. No es pa tanto. ¿Que se me ha olvidado el regalo para la novia de mi sobrino? Llamo a Gnomo. No es pa tanto :)

En diciembre se dan multitud de situaciones susceptibles de generarte el temido “síndrome de fin de año“, pero como la información es poder, ahora que ya lo sabes, estamos seguras de que podrás manejarlo. Sobre todo, recuerda que no es obligatorio pasárselo bien en Navidad, eso no te convierte en el Grinch. En diciembre también puedes (y debes) permitirte estar triste o querer descansar. Probablemente quitarte esa obligación social de encima ya lo haga todo más fácil.

A nivel práctico, como siempre, pequeños hacks:

1.- Haz lista de regalos en papel boli y busca un escondite por casa para ir almacenando. Envuelve, marca cada uno con su pegatina para saber de quién es y táchalo en la lista. Y muy importante, en esa lista inclúyete a ti ;)

2.- Si la cena de Navidad es en tu casa, haz ya el menú y compra los imgredientes (congela los frescos, no vayamos a tener drama familiar). Yo suelo tirar de los veintemil libros de cocina que tengo en casa para inspirarme y acudir a blogs de cocina de referencia como el de El ComidistaDAP, o Sinreceta.

3.- Si la cena de Navidad es en otra casa, prepara una botella de vino, unas galletas de la fortuna y unos bombones bien rellenos como detalle para los anfitriones y relájate. Prepara mentalmente lugares felices a los que acudir si la conversación se pone incómoda (tu gato, una mañana en pijama comiendo polvorones, un paseo por el río a solas…); ten a mano temas que sepas que compartes con el resto de asistentes para cambiar de tercio de urgencia si se presenta la ocasión (las maravillosas empanadillas de la difunta abuela, aquellas vacaciones en Pontevedra, el librazo que te estás leyendo…) y, sobre todo, tómatelo todo con mucho humor y recuerda nuestro lema: No es pa tanto.

4.- Cada día, guárdate entre 10 y 20 minutos para ti. Sin móvil y sin nadie. Con ellos, haz lo que quieras: medita, escribe, escucha música, grita por la ventana o tómate una taza de vino caliente pensando en tu primer beso. Lo que quieras, en serio. Es tu tiempo y es sagrado.

5.- Propósitos de Año Nuevo y balance de 2023. Repite conmigo: el único propósito que tendré este año será el de liberar mi tiempo. Ya está bien de cargar con responsabilidades autoimpuestas y objetivos irreales. En 2024 come todo lo que quieras cuando tengas hambre, haz ejercicio cuando te lo pida el cuerpo (y ve andando a todas partes, si puedes), duerme mucho, ríe más y huye de los compromisos que no te apetecen. Que tu mayor prioridad sea estar tranqui y hacer, en tu tiempo libre, lo que te haga feliz en cada momento. Respecto al balance, ni siquiera importa: ¡el pasado ya pasó! Mira atrás, sonríe, y a por el año que viene.

Regresar al blog

Deja un comentario