La lucha de las mujeres por la igualdad social y de derechos es una batalla colectiva que pone sobre la mesa cuestiones de clase y de género para lograr avanzar contra viento y marea, pero siempre de la mano. Asociaciones, colectivos, sindicatos, asambleas… La historia del feminismo valenciano se organiza en grupo y se viene viviendo así desde el siglo XIX hasta hoy. Pero el feminismo también tiene nombres propios: mujeres que hay que recordar porque fueron ellas las que pusieron la cara, si no el cuerpo entero, para que todas las demás avanzáramos. Mujeres de vanguardia. Mujeres cuyos nombres ha costado mucho sacar de los márgenes de los libros para traerlos a primera plana.
Elena Just: con el almuerzo no se juega
Esta mujer, que nació en 1875, fue política, anarcofeminista y librepensadora. Fundó un grupo masón que se dedicaba sobre todo a ayudar en cárceles y hospitales. Pero si por algo se conoce a Elena, aka Palmira Luz, es por la que lió en 1902 cuando los patrones de la sedería de los señores Alpera negaron a sus trabajadoras media hora para salir a desayunar. Las hilanderas, capitaneadas por Just, soltaron las agujas y salieron a la calle. Y no precisamente en busca de un café con leche. Más de 400 mujeres se mantuvieron en huelga hasta lograr muchas de sus reivindicaciones. En nombre de todas las trabajadoras que almorzamos en Valencia, ¡gracias!
Alejandra Soler y los niños del Volga
Soler, que da nombre al colegio de nuestro barrio, tuvo una vida apasionante. Y larga: ¡vivió hasta los 104 años! Comunista y maestra republicana, esta valenciana tuvo que huir del país tras la Guerra Civil y, después de pasar por un campo de refugiados francés, siguió huyendo hasta nada menos que Rusia, donde se convirtió en maestra de los conocidos Hijos de Rusia (niños republicanos que fueron puestos a salvo de la guerra en este país). Una superheroína que durante la IIGM salvó a 14 niños en la batalla de Stalingrado ayudándolos a cruzar el Volga y alejándolos del frente. Pudo volver a España tras su jubilación en Moscú en 1971. Con 100 años participó activamente en el aniversario de la Primavera Valenciana (que surgió en el Luis Vives, su antiguo insti). Se la conoce como la abuela del 15M.
María la Jabalina
Aunque nació en Teruel, con 6 añitos ya estaba por tierras valencianas. María fue una anarquista con muchos reaños. Trabajó sin cesar como enfermera en la Columna de Hierro durante el alzamiento y la guerra, la hirieron de bala en una pierna y continuó adelante. La apresaron en el 39 estando embarazada y pasó de custodia en custodia acusada de casi todo: asesinatos, quemas de iglesias, libertinaje, “desafección” al movimiento… Casi todo cuento basados en “se dice, se oye, se rumorea“… porque durante muchos de los delitos que se le atribuían ella estaba convaleciente en el hospital. Pero el franquismo nunca destacó por la imparcialidad de su justicia y la Jabalina acabó fusilada en el 42.
Manuela Ballester: arte, política y pasión
Otra fémina marcada por la guerra, pero con más suerte, fue Manuela Ballester. Esta artista perteneció a la generación valenciana de los treinta y se especializó en el mundo editorial, al que contribuía con obras de clara influencia futurista, dadaísta y surrealista que poco a poco iban tomando tintes más políticos. El año en que estalló la guerra, Manuela ilustró su primer cartel político. Fue directora de la publicación femenina Pasionaria: Revista de las mujeres antifascistas de Valencia y estuvo muy involucrada en la política. En sus mítines, hablaba sobre el importante papel de las mujeres durante el conflicto bélico. Además, impartió clases para mujeres analfabetas en una escuela creada en 1937 por la Sección Femenina del Partido Comunista.
Manuela Solís, la mujer que entendía a las mujeres
Aún hoy en día las mujeres son a menudo mal diagnosticadas de enfermedades cardiacas porque casi todos los estudios clínicos se han hecho siempre con hombres. “Será ansiedad“, dicen. “Pues no, caballero: es un ataque al corazón”. Imagina por un momento las aulas de la Facultad de Medicina de Valencia en 1882. Si “campo de nabos“ es lo primero que se te viene a la mente: ¡bingo! Y ahí entra Manuela, no sólo la primera universitaria valenciana sino ginecóloga brillante especializada en cirugía y ginecología. Su tesis en higiene obstétrica y de primera infancia evitó más de un disgusto a las madres y bebés de principios de siglo. ¡Qué falta hacías, Manuela!
¿Conocías a estas grandes? ¿A quién echas en falta? Casi todas las hazañas son silenciosas en el terreno feminista, conseguidas por mujeres anónimas que se ponen las gafas moradas y van despejando la desigualdad paso a paso, juntas. Aún queda mucho y siguen surgiendo nombres que despuntan, valientes que se atreven a plantar cara… ¡Nos vemos el 8M para seguir haciendo historia!