San Antonio Abad, o Sant Antoni del Porquet es una de las fiestas cristianas que más me divierten y más ternura me dan, quizá por ser yo más de campo que las amapolas. Me explico: San Antonio fue un cristiano Alejandrino del siglo IV que históricamente se considera el protector de los animales. Sus 17 monjes antonianos llegaron a Valencia en 1333 y se encargaban de cuidar a los animales que se quedaban fuera de las murallas de la ciudad, aka, “a la luna de Valencia“. San Antoni, por tanto, siempre ha sido venerado por labradores, ganaderos y toda persona cuyo medio de subsistencia dependiera de bichos y bestias (y fueran cristianos, claro). Con el devenir de los siglos, los tractores sustituyeron a los bueyes y los molinos a los burros, todo se industrializó a lo loco y San Antonio se quedó sin animales trabajadores del campo a los que proteger. Pero como la Iglesia sabe más que los ratones coloraos, el santo se arremangó la sotana y se dijo: “pues ya que me he quedado sin faena, apadrinaré a los animales de la ciudad“. Así, tortugas, canarios, hámsteres, perros, gatos y peces de colores ya duermen tranquilos bajo el amparo de un patrón de espesa barba blanca.
Esta fiesta invernal, preludio de los carnavales, se celebra especialmente en toda la Comunidad Valenciana. En algunos pueblos se preparan grandes calderos de arròs amb fesols i naps… i carn; en otros, se cría un cerdo para la ocasión, recordando la leyenda del demonio que se le presentó al santo con aviesas intenciones; en los de más al norte se representa la vida de Sant Antoni en teatros y en muchas localidades cobran protagonismo diferentes danzas y bailes. Eso sí, algo común para celebrar a San Antonio es la bendición de los animales y, como no podría ser de otra manera en estas latitudes, el fuego.
Aunque desde hace unos días ya hay mercados, misas, talleres y (por supuesto) fuegos artificiales varios en toda la ciudad de Valencia, el día de San Antonio será el próximo miércoles 17. Hasta entonces, en la plaza San Juan Bosco está instalado el Mercat del Porrat, donde los animales humanos podemos ir a comer y beber productos tradicionales. Y el miércoles por la mañana… ¡la bendición! Un desfile en la calle Sagunto al que puede acudir todo el que quiera con sus animales y presentárselos al santo, que los alimentará con panecillos benditos. También hay suelta de palomas, perros policía, caballos, carruajes de gala… y las Falleras Mayores. Que no falte de ná.
Animales, mercados, hogueras y amazonas. Esta fiesta reúne muchas cosas que me gustan sin ser yo nada de eso. Cuéntanos, ¿has ido alguna vez a las bendiciones de animales? ¿Qué se hace en tu barrio o en tu pueblo? ¿Te dejarías tentar por un cerdito bien plantao?