¡Por fin otoño!

¡Por fin otoño!

 

Ya, que pesadez, eh. Que parece que llevamos diciéndolo desde el 1 de septiembre, cuando pasamos la hoja del calendario. Entiéndenos, nos puede el ansia de sacar los calcetines calentitos del cajón y envolvernos en una mantita. Aunque aún no encontremos muchas hojas marchitas decorando la calle.

Pero, de verdad, ¡que ya es oficialmente otoño! El pasado viernes, 23 de septiembre, empezó. Y no lo decimos nosotras, lo dice la ciencia. Sí, sí, el universo está más medido que una receta de repostería y tiene ratitos en que los astros se alinean. Literalmente. 

No podemos esconderlo más, el otoño tiene algo especial. Será el gustito que da estrenar agenda o el pronóstico del tiempo con lluvias en lugar de olas de calor. Y aunque nos encante decir lo mucho que nos encanta, ¡al lío! Que aquí hemos venido a aprender cómo es eso de que ya es otoño.

¿Quién está al mando de las estaciones?
El año tiene, como bien sabes, 4 estaciones: invierno, primavera, verano y otoño. El entretiempo no cuenta. Pero, y esto, ¿quién lo ha decidido? 

Pues la humanidad le ha puesto nombre a lo que en realidad son fenómenos astronómicos, que se van repitiendo y conformando las distintas estaciones. Todo depende de la Tierra y su movimiento alrededor del Sol. La órbita no es completamente circular y, además, nuestro eje de rotación está inclinado. Así que conforme nos movemos, también cambia el ángulo en que recibimos la luz de nuestra estrella favorita.  Esto es lo que causa, así en resumen, las diferencias entre las estaciones. 

Vamos, que todo esto ya existía pero lo que nos flipa es ponerle las etiquetas para darle un sentido a lo que sucede a nuestro alrededor. 

Equi-noccio

No, no es el nombre del nuevo álbum de Rosalía sino lo que pasó ayer. Marca el momento en que la luz del Sol incide directamente en la línea del Ecuador. Y es el fenómeno con el que empieza el otoño, astronómicamente hablando.

Equinoccio es un término que viene del latín y está formado por "equi", que significa igual, y "nox", noche. O sea, que durante el equinoccio la noche dura lo mismo que el día. Bueno, casi casi lo mismo. No te preocupes si te lo perdiste, hay otro más para darle la bienvenida a la primavera.
 

Pero, ¿y esto desde cuándo se sabe?

Desde las primeras civilizaciones, ha sido imprescindible conocer estas movidas. Si no, se morían todos de hambre. El tiempo lo marcaban los cambios en la naturaleza y el clima, había que estar en sintonía con la Tierra para cosechar y recoger. Eran auténticos meteorólogos, aunque se hayan hecho más famosillos los druidas y los sacrificios humanos.

Por ejemplo, en Chichén Itzá, la pirámide de Kukulcán está construida de forma que entre el 21 y el 23 de septiembre se proyecta la sombra de una serpiente emplumada. Y, más cerquita, en España tenemos la vendimia. Es una faenada, sí, pero también una fiesta alrededor del vino que se remonta al dios romano Baco.

¿Y por qué no es siempre el mismo día?

El equinoccio de otoño, este año, ha coincidido con el 23 de septiembre. Pero podría haber sido el 21, el 22 o el 24 también. ¡Qué lío! Esto pasa porque la Tierra no completa el giro alrededor del Sol en 365 días, sino en 365,25. ¡Emosido engañado!  Ese 0,25 de día que va quedando se acumula hasta regalarnos un día entero en los famosos años bisiestos. Seguro que conoces a alguien que ha nacido un 29 de febrero, ¿a qué sí? 

Hace como unos 1000 años que el equinoccio de otoño no se celebra el 21 de septiembre, y aún habrá que esperar casi hasta el final del siglo para que esto se repita. 

Además, hay otra cosa que puede afectar a las fechas de estos acontecimientos. ¡Los terremotos! Los seismos muy fuertes, del nivel del de Japón hace 10 años, pueden alterar el eje de rotación de la Tierra y acortar un poquito al día. En concreto, 1,8 microsegundos...

¿Cómo me afecta esta movida del equinoccio?

En realidad, esto del equinoccio no afecta en nada de nada de nada. Es el otoño, en toda su longitud, lo que puede darnos problemillas y alguna ventaja. 

Si cuando llega el fresqui, te empiezas a sentir miserable y sin ganas de salir, ¡no te pasa sólo a ti! Se llama trastorno afectivo estacional y es más habitual en zonas alejadas de la línea del Ecuador por el cambio drástico de horas de luz. Ya verás cuando llegue el cambio de hora...

Pero el otoño no trae solo cosas malas. Es la época de reinado de las castañas asadas, del coger una chaquetita por si acaso, de la vuelta a las rutinas...
Back to blog

Leave a comment